El último lustro [colectiva]
Bajo la curaduría de David Flores-Hora, la actual edición de El último lustro (una suerte de franquicia de “grandes éxitos” del arte joven peruano) exhibe el trabajo de catorce artistas representativos de las artes visuales en nuestro país. El criterio de selección pretende escapar a las restricciones de la fragmentación académica de las diversas disciplinas artísticas, por lo que incorpora a su repertorio, por primera vez, a cineastas.
Debido a esta flexibilización del concepto de “artes visuales”, Flores-Hora ha podido incluir en la muestra un ciclo de cine en el que se proyectarán las cintas Paraíso (de Héctor Gálvez), Las malas intenciones (de Rosario García-Montero) y Octubre (de los hermanos Diego y Daniel Vega). Desde aquí saludamos especialmente la presencia de Paraíso, ópera prima de Gálvez que, lamentablemente, tuvo un paso bastante discreto por la cartelera local.
Parte importante de la exposición gira en torno a la experiencia de crecer en un país marcado por la violencia del sangriento conflicto armado que azotó la nación hasta hace poco. Santiago Quintanilla, egresado de la especialidad de grabado de la Universidad Católica, muestra una Lima consumida por las llamas y destruida por el impacto y las ondas expansivas de algún atentado cercano. La amenaza de los atentados y la convivencia cotidiana con la violencia han sido ya abordadas por Quintanilla en Lo mejor está por venir, historia gráfica de Lima y sus desastres y Cb 91-92, trabajos en los que se valía de documentos gráficos de las últimas décadas para crear infografías y carátulas de periódicos intervenidas en las que predominaba un lenguaje similar al del cómic. Los dibujos expuestos en esta ocasión, lamentablemente, carecen de la originalidad que había demostrado en trabajos previos; con imágenes de coches-bomba y calles voladas en pedazos, sus escenarios apocalípticos se asemejan más a aquello que se podría esperar de un trabajo visual elaborado en torno a aquella época.
Mauricio Delgado, por su parte, reflexiona acerca del peligro de fetichización de los sujetos históricos que se esconde en todo registro gráfico, ofreciendo reinterpretaciones pop y prácticamente irreconocibles de algunas de las imágenes más emblemáticas del registro fotográfico de la Comisión de la Verdad y Reconciliación peruana (abajo en la foto), mientras que Jorge Flores, por otro lado, cuestiona la figura de los héroes sobre los que construimos nuestra identidad nacional. “La historia la escriben los vencedores, pero el Perú nunca venció en una guerra” repite una voz mecánica en el video que marca el tono de la instalación de Flores.
En esta misma línea temática, sin embargo, destaca el trabajo de Luis Antonio Torres Villar, ganador en el 2009 del segundo premio del concurso nacional Pasaporte para un artista, que reinterpreta el “cuaderno popular” de los años ochenta, revelando de manera cruda y certera las dinámicas de opresión y explotación que se han escondido siempre detrás de la fachada de la fantasía nacional peruana.
Así, en lugar de ser heroicos obreros los que edifican, ladrillo por ladrillo, el Perú, son esclavos los que edifican los cimientos de nuestra idea de nación. De esta manera, Torres Villar devuelve voz y presencia a quienes la historia ha invisibilizado durante siglos; aquellos que, para mantener intacto el orgullo nacional, deben ser excluidos de toda memoria.
Por otro lado, Lucía Monge, ganadora del premio Winternitz del 2005 de la Universidad Católica, toma distancia de sus trabajos anteriores con una escultura silenciosa y contundente. Si bien su trabajo previo había resultado en collages y pequeñas instalaciones que parecían expresar una suerte de ecologismo kitsch, las vértebras de tierra presentes en esta ocasión constituyen sin duda su obra más interesante hasta el momento. Parece, por fin, haber tomado distancia de los pequeños “gabinetes de curiosidades” de su pasado cercano para ofrecer una sutil reflexión acerca del estrecho vínculo entre nuestro propio interior y el mundo que se degrada a nuestro alrededor. Al igual que el planeta, nuestro cuerpo está hecho de materia viva, susceptible al abuso y la explotación e indefenso frente a la fuerza de la avaricia.
Finalmente, desentona la inclusión de los trabajos de Patricia Gygax, retratos que parecen pinturas de Lucian Freud pasadas por agua tibia, y los fotomontajes de Conrado Aguilar, tanto que podrían funcionar mejor como decoración en la sala de un hogar de la burguesía limeña o de una agencia de publicidad, respectivamente, que en una muestra que pretende ofrecer un panorama representativo del arte joven en el Perú.
Flores-Hora, lamentablemente, parece haber privilegiado en estos casos una cierta tendencia por el recurso fácil, en lugar de mantener la línea crítica y conceptual que se lee en el resto de la muestra.
Más fotos sobre la muestra en la página de Facebook de la Sala Luis Miró Quesada Garland.
Lugar: Sala Luis Miró Quesada GarlandEquina de Av. Larco y calle Diez Canseco, Miraflores.
Del 12 de enero de 2011 al el 5 de febrero de 2012.
Horario: de martes a domingo de 11 am a 10 pm.
Artistas participantes: Jorge Flores Nájar, Conrado Aguilar, Brus Rubio, Lucía Monge, Patricia Gygax, Santiago Quintanilla, Luis Antonio Torres Villar, Juan Luis Zegarra, José Carlos Juarez, Mauricio Delgado, Héctor Gálvez, Diego y Daniel Vega, Rosario García-Montero.
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Jimena Ledgard es filósofa y coordinadora de la galería 80m2.